Coordinación de la EIS con acciones y programas complementarios

Cinco áreas fundamentales para las acciones complementarias

La necesidad de realizar acciones complementarias para apoyar los resultados positivos de la salud sexual de los y las jóvenes está bien documentada, y deberían ocurrir en las siguientes áreas fundamentales:

Las leyes, las políticas y los derechos humanos

Las acciones afirmativas legales o políticas son cruciales para apoyar intervenciones de salud sexual ya existentes o para llevar a cabo nuevas intervenciones. Los países pueden servirse de las leyes, las políticas y de otros mecanismos normativos consagrados en tratados internacionales para garantizar la difusión, la protección y la provisión de información y de los servicios de salud sexual, y para defender los derechos humanos de cada persona dentro de sus fronteras.

Educación

La correlación entre el nivel de educación y los resultados de la salud sexual ha sido bien documentada. Una de las maneras más eficaces de mejorar la salud sexual a largo plazo es el compromiso para asegurar que los y las jóvenes reciben la educación necesaria para tomar decisiones saludables sobre sus vidas sexuales. La información y el asesoramiento preciso, con base empírica y adecuado sobre la salud sexual debería estar disponible para todas las personas jóvenes, y debería estar libre de discriminación, de sesgos de género y de estigmas. Esta realidad es una de las justificaciones más sólidas para integrar la EIS en las escuelas.

Sociedad y cultura

Los factores sociales y culturales pueden ser muy importantes a la hora de determinar el acceso que tienen las personas a la información y a los servicios de salud sexual y reproductiva. No debe subestimarse la influencia de los valores, las creencias y las normas tradicionales. Estos afectan a las familias, la comunidad y la sociedad, y tienen un papel importante en la forma que toma la vida sexual de las personas. Mientras que los factores determinantes socioculturales de los resultados de la salud sexual varían según la época y el lugar, parece que los grupos sociales que tienen relativamente poco poder tienen una peor salud sexual, a menudo porque no pueden acceder a la información y a los servicios o a las reparaciones legales. Las relaciones de poder influenciadas por el género, por ejemplo, tienen consecuencias significativas en la salud sexual de muchas mujeres y niñas. Los programas de EIS deberían estar conectados con organizaciones comunitarias o redes de personas con diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género (SOGIE) o con personas que viven con el VIH (PLHIV), etc. para que los y las estudiantes puedan obtener información directa de ellos y para que los educadores y las educadoras no tengan la carga de tener que conversar sobre temas “complicados” por sí solos.

Economía

La pobreza y la desigualdad económica están intrínsecamente vinculadas con los resultados negativos de la salud sexual y reproductiva. Estas relaciones son multidireccionales, ya que las personas que viven en la pobreza sufren una salud sexual y reproductiva peor que la de las personas en mejor situación económica, y una mala salud deriva en la pobreza. La necesidad económica es muchas veces la fuerza que los impulsa a tener algunos comportamientos sexuales de alto riesgo. Por lo tanto, las intervenciones de salud pueden ser efectivas solo si la relación entre las necesidades económicas, la vulnerabilidad y los resultados de salud de una persona se comprenden y se atienden por completo, tanto en el corto como en el largo plazo. Crear relaciones con grupos de autoayuda o con actividades remunerativas puede llegar a aumentar la eficacia de un programa de EIS cuando este llega a jóvenes que viven en la pobreza.

Sistemas de salud

Son fundamentales los servicios de salud sexual accesibles, aceptables, asequibles y de buena calidad para lograr una sociedad sexualmente saludable. Las intervenciones para mantener y garantizar la salud sexual han demostrado que funcionan mejor cuando se ofrecen a personas de todas las edades, a lo largo de sus vidas y sin importar su estado civil. También es importante hacer esfuerzos para alcanzar a las personas jóvenes en particular, dada su vulnerabilidad social y biológica. Los proveedores y las proveedoras deben capacitarse para detectar problemas de salud sexual y brindar información educativa adecuada sobre la prevención, el asesoramiento, el tratamiento, el cuidado y la derivación.

[Fragmento extraído y adaptado de: OMS. 2010. Developing sexual health programmes: a framework for action.]

La EIS que incluye componentes comunitarios, entre ellos la participación de los y las jóvenes, los padres, las madres y los y las docentes en el diseño de las intervenciones, logra el cambio más significativo. La investigación hizo visible la necesidad de conectar la EIS con otras intervenciones complementarias, como los servicios SSR. Esto incluye la necesidad de:

  • generar conciencia, aceptación y apoyo para la EIS y los servicios SSR orientados a la juventud entre los usuarios y las usuarias y sus tutores;
  • abordar la desigualdad de género en lo que respecta a las creencias, a las actitudes y a las normas;
  • apuntar a estudiantes más jóvenes, en particular a aquellos que están en la preadolescencia (entre los 10 y los 14 años);
  • garantizar que los proveedores y las proveedoras de servicios de salud estén capacitados y tengan apoyo en la prestación de servicios orientados a la juventud, lo que incluye no hacer juicios de valor y ser amable;
  • garantizar que las instituciones de salud sean acogedoras y atractivas para los y las jóvenes.

[Fuente: UNESCO. 2017. CSE scale-up in practice: case studies from Eastern and Southern Africa.]

Alianzas

A nivel local, coordinar la EIS con programas complementarios puede involucrar dos esfuerzos principales. El primero es examinar una comunidad o un área para determinar qué es lo que ya se ofrece para no duplicar esfuerzos. El segundo es determinar si las alianzas estarían disponibles y cómo lo estarían a fin de maximizar el impacto de la EIS, ya sea como un proyecto independiente o como un programa que forma parte de otros programas y servicios.

Tres tipos de alianzas

  1. Influencia/intercambio: aquellas en las que cada asociado o asociada aporta competencias o recursos específicos para complementar al otro. Por ejemplo, una comunidad puede estar preparada para ofrecer una formación presencial en EIS, pero no está actualizada respecto a los enfoques informados sobre el trauma. Sería de ayuda asociarse con una organización local con experiencia en esa área para que proporcione un co-facilitador o un orador u oradora invitado que participe en la formación.
  2. Combinación/integración: aquellas en las que las entidades participaron e invirtieron en el programa desde el principio. Estas alianzas exigen una mayor planificación, ya que también implican debatir y compartir recursos. Por esta razón, estas alianzas son más eficientes cuando se cuenta con un periodo de tiempo suficiente para generar confianza y colaboración, o cuando la organización asociada es una entidad conocida con la que puede haber tenido experiencia previa una organización escolar o comunitaria.
  3. Transformación: aquellas que involucran a un gran número de asociados y no necesariamente se establece o se acuerda un enfoque con anticipación. La dirección puede surgir, cambiar o evolucionar a medida que el proceso avanza. Por lo tanto, los asociados y las asociadas necesitan registrar y negociar los parámetros de colaboración y las metas de la iniciativa de forma regular.

[Fuente: The Partnering Initiative; DAES. 2019. Maximising the impact of partnerships for the SDGs: A practical guide to partnership value creation.]

Consejos para establecer alianzas comunitarias

El marco estratégico de UNICEF para las asociaciones y relaciones de colaboración destaca cinco criterios que son la base para trabajar exitosamente con asociados y asociadas:

  • igualdad,
  • transparencia,
  • orientación hacia los resultados,
  • responsabilidad,
  • complementariedad.

El marco estratégico resalta aún más la necesidad de acuerdos explícitos; de revisiones, seguimientos y evaluaciones periódicos; de conformidad con los reglamentos y procedimientos vigentes que refuerzan la igualdad y la transparencia; y de un proceso de salida que pueda resultar en la finalización de la alianza si fuese necesario.

[Fuente: Organización de las Naciones Unidas. 2009. Marco estratégico del UNICEF para las asociaciones y relaciones de colaboración.]